viernes, 2 de marzo de 2018

Muerte



Que la muerte es una mano fría
Que llama a tu puerta cuando nadie la espera
Lo aprendí de niña.
Y me lo recuerdan los telediarios
A cada minuto.
Que no respeta a nadie,
Ni a niños ni ancianos ni ricos ni pobres
Lo descubrí una tarde
De la que habría huido si supiera donde.
Que nunca nadie está preparado
Ni aunque tenga cien años, o tan sólo quince.
Y puestos a pedirle a la vida
Le pediré un espejo
Donde reconocerme llegado el momento
Para no abandonar a la niña que fui,
Ni a los sueños que tuvo.
Que la soledad no me llegué
Ni aun cuando la busque
Y que encuentre una mano
Cuando cierre los ojos
Para irme lejos.