Recuerdo como si el tiempo no hubiera pasado,
aquellas tardes de junio paseando en el parque
sin miedo a nada y la vida por delante.
Resuena en mi tu voz pausada en la mecedora,
vive solías decirme que la vida es una mentira
y que en estas cuatro paredes mi niña, la vida muere.
Pero yo abuela siempre prefería tu compañía,
tus historias de posguerra y el amor en tiempos de hambre
no imagino una vida mejor que en aquellas paredes.
Ahora nuestro cuarto está siempre vacío, ya no es el nuestro,
y a veces me pregunto si la vida está fuera como tu me decías
y yo vivo anclada en mis viejos recuerdos.
Vuelve el mes de junio a mi vida, abuela, y las tardes hermosas,
también se acumulan problemas que pesan demasiado
y en la balanza me pregunto si quiero salir a la vida.
Sirvan estas letras perdidas de carta al cielo
buscando una respuesta que no ha de llegar donde busco
pero que te recuerdan siempre que me encuentro perdida.
2 comentarios:
El hecho de recordarla sirve, porque todas esas palabras siguen latiendo en vos y estoy seguro que piden por salir a la vida, como vos lo hacés.
Qué lástima que ya no nos pongamos de acuerdo para aquellos cafés...
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