Hoy, mi vida, y no me preguntes por qué,
me apetece contarte mi historia.
No es mejor ni peor que la tuya,
ni siquiera es una historia especial,
y tampoco merece ser contada.
Pero que quieres, si hoy llueve
y ya nadie me aguarda en ninguna parte,
así que sólo queda el recuerdo
de aquello que soñé ser
y para que negarlo, en lo que nunca me convertí.
Ayer paseaba sola por el parque,
pensando, ya sabes, en los amores muertos,
y venían a mi mente retazos de mi vida,
esa vida a la que sueño cada tarde
y a la que entierro cada noche.
Siempre fui una chica romántica,
o al menos, siempre quise serlo,
aunque ya queden lejos aquellos días
en los que tú puedas llamarme chica,
pero eso, vida mía, eso ya es otra historia.
Pasan los años y todavía, a ratos,
me encuentro soñando otra vida,
en otro cuerpo menos cansado y muerto,
y es que últimamente la vida me resulta
apagada y más cercana a un anciano que espera.
Pese a todo, y no soy de hacer promesas,
te doy mi palabra de que esta primavera
escribiré sueños que te hagan sonreír
al menos quedará el intento
de soñar contigo, cocinar y reír para ti.
2 comentarios:
No dejes de soñar, porque aunque algunos sueños pierdan su razón, nunca habrá razones para que dejes de hacerlo. En los sueños habitan los deseos, y en ellos late la vida. Y siempre es un motivo el vivir :)
Tienes razón, a veces se olvida...
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