martes, 15 de febrero de 2011

15 de Febrero, 2011

Esta noche andaba recordando
aquellas tardes lejanas
de roces de cuerpos y sudores,
tardes de aprendizaje sin límites.

Tu cuerpo rodeaba mi piel desnuda,
y yo temblaba tan sólo al pensarte
tú reías, y en tu risa yo me sabía pérdida
en mitad de tu mundo lejano.

Recuerdo tu pasión y mis miedos,
la lejana sospecha de lo efímero
y el dolor al saber que no habría más tardes.
Recuerdo la pasión, pero tan sólo eso.

Busco el recuerdo de la caricia que no fue
susurros al oído o los látidos de tu corazón junto al mío
entre abrazos y sudor compartido.
Tu ternura al sentir mi mano acariciando tu rostro.

Pero nada de aquello ocurrió más allá de mi mente
y aunque en tu recuerdo se esconde mi sonrisa
siguo buscando aquello que no supiste darme
presintiendo que será una batalla pérdida.

jueves, 3 de febrero de 2011

Ocurre en ocasiones que, en una ciudad gris, llena de gente que va y viene, se convierte en un laberinto de sensaciones, de amores que se ocultan entre las prisas de la gente. Y ocurre a veces también, que detrás de esa sonrisa amable y ese ir y venir diarío, se esconde una gran tristeza, ese miedo a no llegar al final del camino. Que todo termine, y no pueda verle, aunque sea tan sólo un instante, escondida donde nadie pueda verla.

Y así pasan los días, y aunque ni siquiera sabe por qué, ella sonríe, y lo hace desde dentro, desde lo más profundo de su corazón, y no entiende por más que lo intenta, el motivo que hace que al mismo tiempo que llega su sonrisa, se llenen sus ojos de lágrimas, allí, donde nadie la ve, al fondo de ese autobús, camino a ninguna parte.

Y entonces mira a otro lado y piensa en los paseos en la orilla del mar desierta, en ese atardecer de verano, en aquel pueblo de montaña escondido con el que ya nunca sueña. Y piensa que le gustaría llegar a ser una anciana, aunque sinceramente, no cree que eso suceda. Y entonces le gustaría poder recordar una historia de amor que tal vez nunca existió. O que nunca dejó de hacerlo.