Ayer, falté a una cita. Ayer, en el Palacio de Congresos de Madrid, había dos butacas vacías y algún que otro corazón soñando con estar allí. Muchos de ustedes pensarán que debí vender aquellas entradas, regalarlas, cualquier cosa antes de dejarlas vacías.
Y quizás tengan razón. Pero la razón no entiende de sentimientos del corazón, y ayer por la noche, en aquel Palacio de Congresos, muy lejos de Zaragoza, mandaba mucho más el corazón. Y en aquellas butacas hubo tantos sentimientos como no puedan imaginar.
Espero encontrar pronto de nuevo a quien llevar a un concierto, a quien dejar convencer, espero también que otros encuentren la forma de seguir escuchando su música, viendo sus conciertos, sin sentirse mal, sólo cerrando los ojos y dejándose llevar.
Gracias siempre Ismael por tu música en mi vida, gracias a Rodolfo por sus poemas de los lunes, por el abrazo que me hubiera gustado darle ayer, gracias a todos ustedes por sus crónicas del concierto, que espero no tarden en llegar.
Gracias en definitiva a todos, por estar, por hacerme sonreír, por hacerme un poquito más féliz.
Gracias.