No hay campos de lavanda
tras su ventana,
ha aprendido que los sueños
nunca se cumplen,
que los cielos no traerán
aires nuevos que arrastren
todos sus miedos.
Y sin embargo
sigue soñando
cada día más fuerte
para escapar de la vida.
Y guardará para siempre
en su memoria
el nombre
que le hizo sonreír
cuando todo era fango.
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